¿Inflamación en lugar de priones? El sorprendente desencadenante del daño cerebral neurodegenerativo
Un estudio revoluciona la comprensión de las enfermedades priónicas al demostrar que la inflamación crónica puede causar estragos cerebrales típicos, incluso sin la presencia de priones infecciosos.
Siempre hemos creído que los agujeros esponjosos, las cicatrices gliales y las placas letales en el cerebro eran el sello distintivo de los priones infecciosos. Estas proteínas mal plegadas, responsables de enfermedades como el mal de las vacas locas, actúan como un contagio molecular, corrompiendo a sus vecinas y desatando una neurodegeneración imparable. Pero, ¿y si el primer golpe no lo dan los priones?
Una investigación innovadora publicada en la revista International Journal of Molecular Sciences desafía este paradigma. El equipo científico descubrió que se puede desencadenar un daño cerebral idéntico al de las enfermedades priónicas sin que estén presentes los priones infecciosos tradicionales. La clave parece estar en un culpable mucho más común: la inflamación crónica.
El experimento: Separando el daño del contagio
Para desentrañar este misterio, los investigadores trabajaron con ratones genéticamente modificados. Estos animales producían una forma tóxica de la proteína priónica, pero crucialmente, esta versión no era infecciosa. Esto permitió aislar los efectos puros del daño proteico.
Dividieron a los ratones en varios grupos, exponiéndolos a diferentes combinaciones:
La proteína priónica mal plegada (no infecciosa).
LPS, una endotoxina bacteriana que induce una fuerte inflamación sistémica.
Una mezcla de ambas.
Priones infecciosos reales (para comparación).
Resultados que cambian el juego: La inflamación como protagonista
Los hallazgos fueron reveladores y contundentes:
La proteína tóxica sola ya causó daño cerebral y cicatrización (gliosis), demostrando que el mal plegamiento puede ser nocivo por sí mismo, sin capacidad de contagio.
La inflamación (LPS) sola produjo los efectos más severos en este contexto: no solo generó placas amiloides y daño extenso, sino que provocó una mortalidad del 40%. Esto indica que la inflamación crónica es un potente agente neurodegenerativo por derecho propio.
La combinación de proteína tóxica e inflamación amplificó el daño tisular, creando agujeros más grandes en el cerebro.
El cóctel mortal: Cuando se juntaron priones infecciosos reales con inflamación (LPS), la enfermedad se aceleró brutalmente, con un 100% de mortalidad en menos de 200 días.
Un nuevo paradigma para el Alzheimer y otras enfermedades
El investigador principal, Burim Ametaj, explicó la trascendencia: "Estos hallazgos cuestionan la visión clásica. La neurodegeneración podría comenzar con la inflamación como primer golpe, debilitando el sistema y preparando el terreno para la propagación de proteínas mal plegadas".
El dato más llamativo es que los ratones tratados solo con LPS desarrollaron patología similar al Alzheimer. Esto conecta directamente con estudios recientes que han detectado restos de endotoxinas bacterianas (como LPS) en cerebros de pacientes con Alzheimer, sugiriendo un vínculo común.
Conclusión: Más allá de los priones, una esperanza modificable
Este estudio va más allá de las enfermedades priónicas raras. Arroja una potente luz sobre el origen de males neurodegenerativos comunes como el Alzheimer, proponiendo la inflamación crónica de bajo grado como un factor desencadenante fundamental.
La implicación es esperanzadora: si una parte significativa de estas enfermedades se inicia o agrava por procesos inflamatorios, tenemos un blanco terapéutico amplio y modificable. El control de la inflamación a lo largo de la vida, mediante dieta, estilo de vida y posibles intervenciones farmacológicas futuras, podría convertirse en la estrategia de prevención más poderosa contra la demencia.
La batalla contra la neurodegeneración ya no se libra solo en el campo de las proteínas mal plegadas, sino también, y quizás primero, en el campo del sistema inmunológico y la inflamación.

