Alcohol e insomnio: un círculo vicioso con raíces en el estrés y la depresión
Estudio revela cómo se entrelazan estos factores y por qué es clave entender su relación para mejorar los tratamientos
La conexión entre el sueño y el consumo de alcohol: más allá de la casualidad
Investigadores de la Universidad de Kentucky, la Universidad de Miami y la Universidad
Estatal de Ohio han descubierto que el vínculo entre el insomnio y el
consumo excesivo de alcohol está mediado por dos factores críticos: el estrés y la depresión. El estudio, publicado en la revista Alcohol, analizó a 405 personas con trastorno por consumo de alcohol (AUD) e insomnio, revelando patrones alarmantes.
Dos caminos, un mismo problema
Los datos mostraron dos dinámicas principales:
El insomnio genera estrés, lo que impulsa a beber más para aliviarlo.
El alcohol exacerba la depresión, que a su vez empeora la calidad del sueño.
Según Jessica Weafer, psicóloga de la Universidad Estatal de Ohio, "identificar estos factores intermedios es crucial para diseñar intervenciones efectivas".
¿Qué viene primero?
Aunque
el estudio es transversal (una "foto" en el tiempo), Justin Verlinden,
neurocientífico de la Universidad de Kentucky, explica que el próximo
paso será un análisis longitudinal de 12 meses para determinar la
secuencia causa-efecto. "Es un ciclo que se alimenta a sí mismo: el mal
sueño afecta el ánimo, el ánimo influye en el alcohol, y el alcohol daña
el sueño", señala.
Conclusión: Romper el ciclo es posible
Los hallazgos no solo confirman la relación entre insomnio y AUD, sino que destacan la necesidad de abordar estrategias integradas
en tratamientos. Atacar el estrés y la depresión podría interrumpir
este círculo vicioso, mejorando tanto la salud mental como los patrones
de sueño. Como advierte Weafer: "No es solo una cosa; es una red de
factores que requieren soluciones multifacéticas".

