SAPIENCIAS
El Último Almuerzo: Fósiles del Jurásico Revelan la Lucha entre Depredador y Presa
miércoles, 7 de agosto de 2024
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Un belemnite atrapando a su comida queda inmortalizado en un fósil, revelando un momento crucial en la historia de la vida marina.
En un asombroso hallazgo paleontológico, investigadores han logrado reconstruir una escena que data de hace 180 millones de años, donde un depredador se convierte en presa. Este descubrimiento se centra en un fósil de un belemnite, un antiguo molusco cefalópodo que, en su último acto, atrapó a un crustáceo, solo para ser interrumpido por un depredador mucho más grande.
El fósil fue descubierto en 1970 por Dieter Weber en Holzmaden, Alemania. Este belemnite se caracteriza por sus tentáculos robustos, ideales para sujetar a sus presas. Sin embargo, el destino quiso que, justo en el momento de capturar a su alimento, el cefalópodo fuera fatalmente herido. Los investigadores sugieren que pudo haber sido atacado por un tiburón o un antiguo cocodrilo, lo que lo llevó a caer al fondo del mar junto a su captura, donde la falta de depredadores y la tranquilidad del entorno permitieron que el evento quedara fossilizado.
El estudio, publicado en el Swiss Journal of Palaeontology, introdujo términos novedosos como "caída sobrante" para describir cuando un depredador deja caer su presa, y "pabulita", que se refiere a los restos que no llegaron al sistema digestivo. Este descubrimiento no solo ilumina un momento específico de la historia natural, sino que también proporciona información sobre las interacciones entre cefalópodos y sus depredadores vertebrados, resaltando la complejidad de las cadenas alimenticias en los océanos prehistóricos.
Se teoriza que la habilidad de los tiburones para atacar a los belemnites y sus partes duras llevó a una adaptación en su comportamiento alimenticio: en lugar de devorar el cefalópodo por completo, se especializaron en extraer las partes más suaves, como demostró el análisis de otros fósiles que revelan tiburones con restos de belemnites en sus estómagos.
Conclusión: Este fascinante hallazgo no solo proporciona una ventana al pasado, sino que también resalta la interconexión de las especies en el ecosistema marino del Jurásico. A medida que continuamos explorando y comprendiendo el registro fósil, descubrimos historias extraordinarias que nos ayudan a entender mejor la evolución de la vida en la Tierra y las dinámicas que han moldeado nuestros océanos a lo largo de los siglos.
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