¿Caída un mito? Estudio Revolucionario Desafia el Rol del Clima Árido en la Evolución Humana


La idea de que un África cada vez más seca impulsó a nuestros ancestros a caminar erguidos podría estar equivocada. Una nueva investigación sacude los cimientos de una teoría evolutiva clave.

Un Clima Sorpresivamente Estable en el Crucial "Vivero Humano"

Durante décadas, la narrativa dominante ha sugerido que hace entre 3.5 y 2.5 millones de años, mientras el hemisferio norte experimentaba un enfriamiento dramático y Groenlandia se cubría de hielo permanente, el norte de África sufría una aridificación extrema. Se pensaba que esta creciente sequía, vinculada a cambios climáticos globales, fue la fuerza motriz que empujó a los primeros homíninos a adaptarse: abandonando los bosques por sabanas abiertas y, crucialmente, desarrollando el bipedismo para sobrevivir en un entorno más hostil y disperso.

Pero ¿y si ese clima seco no fue tan severo como creíamos? Un estudio innovador, publicado en la prestigiosa revista científica Science Advances, liderado por investigadores de la Universidad de Brown, presenta evidencias contundentes que desmienten esta teoría.

Las Ceras de las Hojas: Un Nuevo Archivo Climático Revelador

El equipo científico, dirigido por Bryce Mitsunaga durante su doctorado, adoptó una metodología novedosa y directa para reconstruir las precipitaciones pasadas: analizaron las ceras de hojas preservadas en sedimentos oceánicos frente a la costa de África Occidental.

  • ¿Cómo funciona? Las plantas producen estas ceras protectoras durante su temporada de crecimiento (verano). La composición química de estas ceras, específicamente la proporción de diferentes tipos de hidrógeno (isótopos), actúa como un registro preciso del agua de lluvia que las plantas absorbieron en su momento.

  • La clave está en la lluvia: Cuando las lluvias son abundantes y frecuentes, las ceras de las plantas reflejan una mayor proporción del isótopo de hidrógeno más ligero. Menos lluvia se asocia con una mayor proporción del isótopo más pesado.

Resultados Impactantes: Las Lluvias Persistieron

Al aplicar esta técnica a sedimentos que abarcan el período crítico del Plioceno al Pleistoceno (hace 3.5 a 2.5 millones de años), los investigadores hicieron un descubrimiento sorprendente:

  • No hubo una gran disminución en las precipitaciones. Los datos derivados de las ceras de las hojas mostraron que las lluvias de verano en el norte de África se mantuvieron notablemente estables durante este período de intenso cambio climático global.

Reinterpretando el Polvo y Sacudiendo la Evolución

Este hallazgo fuerza una reinterpretación fundamental de evidencias previas:

  • Estudios anteriores se basaban en el aumento del polvo encontrado en los mismos sedimentos oceánicos, interpretándolo como una señal clara de la expansión de la aridez y el desierto del Sahara.

  • El nuevo estudio demuestra que este aumento de polvo no puede atribuirse simplemente a una sequía severa, ya que las lluvias no disminuyeron. Otras causas, como cambios en los patrones de viento o en la cubierta vegetal que dejaba el suelo más expuesto, podrían explicar el incremento del polvo transportado al océano.

Implicaciones de Gran Alcance: Más Allá de la Evolución

Las consecuencias de esta nueva perspectiva son profundas:

  • Revisión de la Teoría Evolutiva Humana: La idea central de que un clima progresivamente más seco fue el principal impulsor ambiental para el surgimiento del bipedismo y otras adaptaciones clave en los primeros humanos (homíninos) pierde fuerza significativa. Si las condiciones no se volvieron dramáticamente más áridas durante ese período crucial, ¿qué otras fuerzas (competencia, cambios en recursos, etc.) fueron más determinantes?

  • Un Rompecabezas Climático por Resolver: Como señala Jim Russell, profesor de la Universidad de Brown y autor principal del estudio, la pregunta fundamental de "¿cuándo y por qué se secó África?" queda reabierta. Este estudio redefine la línea de tiempo y las causas de la aridificación del continente.

  • Lecciones para el Futuro: El período estudiado tuvo niveles de dióxido de carbono atmosférico similares a los actuales (aunque en descenso, mientras que hoy están en rápido aumento). Comprender cómo se comportó el ciclo del agua en África bajo esas condiciones análogas es vital para mejorar los modelos climáticos y predecir los impactos futuros del cambio climático en regiones actualmente vulnerables a la sequía, como el Sahel y el norte de África.

Conclusión: Un Cambio de Paradigma Científico

La publicación de este estudio en Science Advances marca un punto de inflexión. Al desmontar la narrativa de un norte de África en rápida aridificación durante un período crítico de la evolución humana, la investigación liderada por la Universidad de Brown no solo desafía una teoría arraigada, sino que también obliga a la ciencia a buscar nuevas explicaciones para los grandes saltos evolutivos de nuestra especie. Además, subraya la complejidad de los sistemas climáticos del pasado y ofrece una nueva lente, las ceras de las hojas, para entenderlos, con implicaciones cruciales para anticipar el clima futuro de África. La búsqueda de las verdaderas fuerzas que moldearon al ser humano continúa, ahora sobre un terreno conceptual renovado.

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